MOVIMIENTO 30 DE JUNIO

                                        Movimiento 30 de Junio Orígenes y Propósito
                                                     Volver a Bosch



El 30 de Junio se define como una corriente ideológica progresista a lo interno y externo del PLD constituyéndose en un espacio para el estudio, análisis y propuestas en el ámbito político, económico, social y cultural desde una perspectiva histórica tomando como referente el legado de amor a la patria que heredamos de nuestro padre fundador de la República Juan Pablo Duarte, del General Gregorio Luperón y del apóstol maestro Profesor Juan Bosch.

El M30J se propone promover  la práctica de una cultura política fundada en  valores, la dimensión ética e igualitaria de la política sustentada en el humanismo, en el compromiso social. Por demás, objeta el clientelismo político como respuesta a los males que afectan a nuestro país.
No hay duda y es evidente, una gran parte de nuestra clase política  se ha separado del ciudadano común. Los partidos políticos tradicionales ya no escuchan lo que la gente dice, quiere o necesita. No hay un diálogo real entre ellos y la sociedad. La mayor parte de nuestros políticos  se la dan de pragmáticos; una cierta dosis de pragmatismo es necesaria en la actividad política, pero cuando éste se lleva más allá de ciertos límites, el problema es que se fomentan ideas contrarias a los principios  y valores.

En el M30J asumimos  el Boschismo como teoría y  práctica.  El Boschismo es una teoría, una práctica, una acción, un método, un  enfoque del Estado y la Sociedad. En esa línea de pensamiento y propósito entendemos que hoy, más que nunca, en la República Dominicana, se hace impostergable volver a Bosch.  Nuestra iniciativa hunde sus raíces en  los referentes  históricos que le dieron origen al PLD. Muy especialmente en el pensamiento ético,  humanista y patriótico enarbolado por el Profesor Juan Bosch.

La participación política debe entenderse como una tarea de servicio público y representación de los diversos intereses y aspiraciones de la sociedad. Esta forma de hacer política debe ser compromiso de cada uno de las y los miembros  del Movimiento  no sólo de cara a la sociedad sino también en nuestra actividad  al  interior de la organización, donde debemos actuar con responsabilidad, disciplina y discreción para resolver  nuestras diferencias. 
El PLD y la apertura

En lo referente al PLD y su masificación, el profesor Juan Bosch, con su fino olfato político, advertía en su libro, El Partido: concepción, formación y desarrollo:
“Cometeríamos un error mayúsculo, imperdonable, si (…) nos pusiéramos a hacer del PLD un partido populista como el PRD bajo el criterio de que lo que necesitamos es tener un partido grande en cuanto a número de seguidores en vez de tener un partido fuerte por sus cualidades, entre ellas por su unidad ideológica, su conocimiento de los principios políticos que gobiernan a la sociedad y su capacidad militante para luchar. Pero, si ese crecimiento es para convertirlo en un partido populista, en un nuevo PRD, entonces caeríamos en un gravísimo error si permitiéramos ese tipo de crecimiento.”
El PLD ha resquebrajado su imagen en los últimos años. No se trata de incidentes aislados o excepcionales, sino de conductas y hechos que constantemente se manifiestan en la vida interna del partido, así como en la actuación de algunos  dirigentes y de aquellos peledeístas que lograron conquistar un puesto de elección legislativa, municipal  o en la administración pública. La sociedad ha percibido ese deterioro y lo juzga a partir de los medios de comunicación, pero también de sus experiencias personales o la de sus vecinos, amigos y parientes.

La crítica de la ciudadanía no es homogénea ni se remite exclusivamente al PLD, lo es otro tanto para los partidos del sistema. Por el otro lado, los propios militantes y dirigentes peledeístas han hablado tanto dentro como fuera del partido de estos problemas. Algunos lo hacen con pesimismo y argumentan que no hay forma de reencauzar el PLD de Juan Bosch, otros insisten en trabajar a lo interno de las estructuras orgánicas vía los canales institucionales y volver a Bosch. De cualquier manera está claro que estos problemas le restan eficacia al partido y lo alejan de su misión principal, tal como lo concibió el maestro: ser un instrumento de cambios y transformación para mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías del país.

Cada quien puede hacer su lista de críticas y señalar muchos errores del partido, sin embargo, pueden detectarse cuatro problemas fundamentales de los cuales se derivan probablemente todos los demás:
1)      El PLD se ha distanciado de la sociedad. Este divorcio se da de varias maneras: por un lado, de la manera más elemental, al dejar de tomar en cuenta los intereses de la sociedad y darle prioridad a los del grupo o los personales.  En el mejor de los casos, las agendas se limitan a planear las actividades electorales, pero cotidianamente las discusiones versan sobre los conflictos  internos, las ofensas y cuentas pendientes de un grupo con otro.

2)      Se han desplazado las propuestas serias y generosas en aras del pragmatismo electoral. Este pragmatismo se hace en función, en algunos casos, de una política mediática, y en otros, por un simple cálculo de rentabilidad electoral. Se ha dado prioridad a la suma de votos, sin importar el con quién y el para qué. Así  se han establecido alianzas con personas o grupos de poder en forma pragmática, sin tomar en cuenta los perfiles ideológicos o programáticos. Este pragmatismo ha llevado al fenómeno de tratar de "agarrar" todo tipo de candidato dando lugar a que surjan  poderes personales y de grupos que se revierten contra las aspiraciones de lucha de la sociedad y contra los referentes históricos que le dieron origen al PLD.

3)      Dentro del partido han surgido grupos cerrados, sin vínculos sociales o ciudadanos, sólo cuidan sus intereses burocráticos. Estos grupos dominan, con frecuencia, la vida del PLD en los niveles nacionales, provinciales, municipales, distritales. La existencia de grupos sin propuestas claras para la vida del partido o del país ha provocado una dinámica interna que no sólo agudiza el enfrentamiento sino que fomenta la cultura del populismo y el clientelismo. Los grupos que se apropian de esas posiciones creen que les deben ese puesto a los miembros de su propio grupo. Con ello, se alientan las tendencias patrimonialistas y clientelares  que ven al partido y  los puestos en el Poder Legislativo o en la administración pública, como "botines" de grupos que tratan de imponer un monopolio de los cargos y candidaturas electivas.

4)      La falta de indicadores, criterios y mecanismo fiscalizadores para  evaluar los gobiernos emanados del PLD y muy especialmente los municipales y distritales.   Los proyectos de agenda legislativa, municipal o los planes de gobierno se elaboran en el mejor de los casos a nivel personal, pero no hay una instancia partidaria que los sancione o enriquezca. En algunas ocasiones, incluso, ha habido funcionarios repudiados por la población, ya sea por incompetencia o porque con frecuencia se manifiestan altanero y otros que han caído en prácticas no santa. No obstante, a estas críticas,  amplios sectores de la sociedad dan importancia al PLD como un instrumento de equilibrio y progreso.  También reconocen los aportes del PLD a la lucha democrática. Otros señalan que todavía estamos a tiempo de promover o  reencauzar al PLD por el camino del Boschismo. 

A pesar de sus errores, la presencia y fortalecimiento del PLD, resulta imprescindible para encausar políticas que disminuyan la desigualdad entre los dominicanos, así como   construir propuestas alternativas que reconozcan la integridad de los derechos ciudadanos y fortalezcan la democracia como vía para llegar a una mayor participación ciudadana como forma de gobierno. Para ello el PLD tiene que retomar lo mejor de su herencia histórica adquirida en muchas décadas de lucha social bajo los lineamientos y principios éticos, humanistas y patrióticos del profesor Juan Bosch.

El PLD y la Sociedad

La separación del PLD de la sociedad tiene causas que no se limitan a la vocación burocrática y autoritaria de algunos dirigentes y funcionarios peledeístas. Hay en realidad razones muy variadas que ayudan a explicar esta situación:

a) Hay causas históricas

 La larga hegemonía del PRD y PRSC sobre la política dominicana produjo una cultura política basada en el clientelismo, el corporativismo, la corrupción y el autoritarismo. Esta cultura política se ha basado en el pragmatismo y en la incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace. También ha fomentado la compra de voluntades como el método principal para asegurar lealtades y adhesiones políticas y maniobras como el fraude, el madruguete (comprar voluntades en la oscuridad de la madrugada a víspera de unas elecciones) y violaciones de las leyes para ganar posiciones políticas. Todas estas formas de hacer política han contaminado a la cultura de los valores del quehacer político
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b) La gestión del poder (Desgaste  en el ejercicio de gobierno)

En la medida en que el ejercicio del poder se da sin principios, sin lineamientos programáticos para satisfacer necesidades básicas de la población, no hay dudas, de que  se crean condiciones que lleva también hacia una separación del partido y la sociedad. La imposibilidad de solucionar problemas ancestrales con tímidas políticas públicas que muy poco hacen para disminuir la pobreza, la exclusión y la marginación. Estas políticas públicas al no fomentar la participación ciudadana llevan a un franco desencanto de la población.

c)  Torpeza y falta de voluntad

La torpeza y la falta de voluntad de un gran número de funcionarios   han conducido al gobierno del PLD a una permanente  disputa política con amplios sectores de la sociedad dominicana. Casi forzados por esta circunstancia, el PLD no ha encontrado ocasiones propicias para la discusión de los programas y propuestas ni al interior del Partido ni en los foros públicos.

d) La conquista de espacios de poder

Hay que reconocer que la conquista de espacios de poder crea intereses de grupo y genera una dinámica de lucha por el dominio  de estamento de decisión.  El PLD ha creado su propia clase política, una burocracia que vive de los puestos políticos y que se han agrupado más por razones de interés propio que por coincidencias ideológicas. Esta burocratización es más fuerte en un país que ofrece muy pocas posibilidades de movilidad social. A todo esto agregamos los pocos esfuerzos que se han hecho por la formación de cuadros y  fomentar la discusión política, derivando en una clase política que acepta con prontitud y mucha facilidad la disputa política facciosa y sin principios. La existencia de estos grupos de interés dificulta la transformación del PLD. Establecen redes de complicidad y tienen prácticas clientelares con distintos grupos de la sociedad. La existencia de grupos del dentro del PLD se da sobre la base de lealtades más que de afinidades políticas o ideológicas. A ello hay que agregar la falta de una democracia institucional y una cultura política muy pobre que pone el acento en la lucha por los puestos y no en el debate programático.

Para volver a Bosch el 30 de Junio propone:

Transformar el PLD  y renovarlo a partir de una definición sobre sus objetivos. Proponemos como objetivo central construir una mayoría social y política de pensamiento democrático y progresista capaz de realizar los cambios que requiere el país. Esta mayoría no puede verse sólo como una mayoría electoral. Se trata de construir una mayoría participativa, organizada y capaz de hacer oír su voz en las definiciones de las políticas públicas y en el rumbo de los gobiernos del PLD.
Proponemos que el PLD construya un espacio de diálogo permanente con los diversos actores sociales. Este diálogo  deberá establecerse a todos los niveles de dirección del Partido. Se trata de establecer un diálogo de iguales, sin condiciones y con el propósito de escuchar y recoger las demandas y las voces de la sociedad. Al mismo tiempo, el PLD debe reconocer que existe un retraso conceptual en sus reflexiones y líneas programáticas. De ahí la necesidad de abrir un espacio sobre la discusión programática permanente para que el debate se actualice y se renueve constantemente. La definición de un programa de profundos cambios es un problema conceptual pero también requiere actualizar el conocimiento y la información. Este programa debe ser congruente y ordenado, no sólo una lista de demandas o buenos deseos. Tampoco se propone partir de cero. En el PLD, los trabajos realizados con estos mismos propósitos y las aportaciones individuales de muchos peledeístas, representan un valioso arsenal acumulado de experiencia que facilita la construcción de una alternativa propia, integral y progresista tal como plantea la teoría de Boschismo.

Por igual proponemos también, que el PLD abra un debate permanente sobre el Programa del Partido, que se realice mediante el fomento de los centros de investigación y formación política, así como la realización permanente de mesas de análisis y desarrollo, conferencias y foros con especialistas, organizaciones académicas, sociales y ciudadanas. Esta actividad no debe verse como un asunto secundario o propio de un pequeño grupo. La intención debe ser incorporar al mayor número de compañeros del partido y de ciudadanos.

En el PLD se hace impostergable también, impulsar la discusión sobre las formas de llevar a cabo un nuevo ejercicio del poder. Desarrollar una política desde los gobiernos peledeístas que promueva el cambio y no se limite a administrar la realidad. Para ello será necesario encontrar el método de trabajo para que el partido pueda hacer, de manera permanente, una crítica de los gobiernos emanados del PLD, con el objeto de mejorar su desempeño y acercarlo a la sociedad. El PLD está abocado a construir espacios de evaluación permanente del gobierno nacional, legisladores y gobiernos municipales del partido. Esta evaluación debe realizarse sobre la base de consideraciones políticas y colectivas, y no personales o individuales. En este espacio de dialogo y discusión seria y transparente deberán participar los gobiernos evaluados y se debe rechazar cualquier tentación de convertirlo en un espacio de ajuste de cuentas entre las facciones que pudieran surgir a los interno del partido, en cambio debe darse un debate de altura, basado en datos e informaciones fidedignas.

Otra propuesta es que el PLD pueda replantear la discusión sobre la organización del partido en la perspectiva de abrir cada vez más espacios para las distintas expresiones del pensamiento democrático y progresista con el propósito manifiesto de fortalecer su vida institucional y evitar las disputas internas.
Resumen:

1.                  Establecer un diálogo permanente entre el partido y la sociedad.                 
2.                  Fomentar y apoyar acciones que permitan la recuperación de las articulaciones sociales. Eso significa, en otras palabras, restaurar el liderazgo, la autoridad política y social  desde la base.                                                         
3.                  Conjugar esfuerzos para la creación de una sociedad participativa y solidaria, capaz de auto organizarse y ser autogestora.                                                  
4.                  El PLD debe postular en los cargos electivos a ciudadanos comprometidos, pero ello debe ser resultado de un pacto donde se establezcan compromisos mutuos, muy claros, sobre las agendas legislativas, municipales y de gobierno.

5.                  Además, el partido debe ser una llave de acceso para que los distintos sectores de la sociedad puedan plantear sus demandas y  propuestas ante los gobiernos y las instancias legislativas y municipales.



El 30 de Junio se define como un proyecto democrático y progresista. Tiene por propósito preservar el legado teórico de Juan Bosch, expresado en sus obras de investigación política, sociológica, histórica y cultural como en su praxis política sustentada en los valores éticos, humanistas y patrióticos que por igual sustentaron Juan Pablo Duarte, Gregorio Luperón y todos aquellos dominicanos que amaron y aman esta patria quisqueyana.





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JUAN BOSCH: LA TÁCTICA Y LA ESTRATEGIA.

Luis Simo 



 LA TÁCTICA Y LA ESTRATEGIA

Cuando se habla de estrategia y táctica relacionando esas dos palabras con la actividad política se aplican a esa actividad conceptos que tradicionalmente se usaron durante mucho tiempo sólo para tratar temas militares, y más propiamente, en la descripción de batallas o en el estudio de una guerra.

El uso de tales palabras en el lenguaje político tiene su razón de ser en el hecho de que nada se parece tanto a la guerra como la política, o para decirlo en sentido opuesto, nada se parece tanto a la política como la guerra; pero ese parecido no figura ni en los textos militares ni en los libros de política, si bien hay un postulado muy conocido, aquel en que se afirma que la guerra es una forma de acción política que se lleva a cabo por medios diferentes a los que se utilizan en la política, y también se dice que la guerra es una continuación de la política que se hace necesaria cuando se cierran todos los caminos de las soluciones políticas a los problemas que se presentan entre naciones o entre partidos, a lo que nosotros agregamos, o entre clases antagónicas.

Los compañeros de la dirección del PLD nos han oído decir muchas veces que una buena manera de explicarse ciertos hechos políticos es analizándolos como si fueran actos de guerraAsí, por ejemplo, unas elecciones son una batalla, y una batalla en regla debe darse llenando todos los requisitos que demanda una acción de esa categoría. Naturalmente, a veces hay que dar batallas improvisadas porque así lo determinan las circunstancias; digamos, que el enemigo atacó donde no se esperaba que lo hiciera, que puso sobre el terreno tres batallones y nosotros disponíamos sólo de uno y medio, pero tenemos que sacarles a nuestras fuerzas todo lo que puedan dar porque no podemos abandonarle el terreno al enemigo.

Del parecido entre las dos actividades, la militar y la política, proviene el uso de voces del lenguaje militar aplicadas a la política como son estrategia y táctica a pesar de que lo que ellas significan no es ni puede ser en la vida política exactamente lo mismo que significan en la lengua de los hombres de armas. Para estos, estrategia es el arte de conducir una guerra; y como los que aplican ese arte son los jefes militares, esto es, los generales, a los generales vencedores se les llama estrategas, mientras que la táctica es la suma de las reglas que deben seguirse para llevar a buen fin los planes estratégicos, y quienes saben aplicar esas reglas en los campos de batalla se ganan el título de tácticos.


Un estratega hace planes y los tácticos los ejecutan. El estratega es siempre un táctico natural, pero el táctico, aunque lo sea en grado excepcional, no es habitualmente un estratega, a pesar de lo cual los grandes tácticos pueden llegar a ser figuras militares de primer orden como lo fue Maceo en la guerra de independencia de Cuba.

Los grandes estrategas no podrían ganar guerras si no contaran con la ayuda de buenos tácticos, pues una guerra es una sucesión de batallas entre las cuales las hay grandes, medianas y pequeñas, y las hay fáciles y difíciles, importantes y de poca monta; pero las hay también decisivas. Así se llaman las que determinan el curso de la guerra y por tanto las que deciden cuál de los ejércitos combatientes se llevará la victoria.

A veces una guerra política se hace muy larga, tanto que los estrategas que la planearon mueren de viejos antes de que llegue la hora de la victoria. Eso le sucedió a Carlos Marx y Federico Engels, que no alcanzaron a ver el triunfo del socialismo en la guerra que ellos habían iniciado. El general Francisco de Miranda comenzó su guerra política y de armas contra España y por la libertad de América en marzo de 1806 y la terminó diez años después, cuando murió preso en un castillo español sin haber alcanzado la victoria; Simón Bolívar comenzó la suya en 1808 y durante 22 años probó numerosas veces el licor de los triunfos y la hiel de las derrotas hasta el día de su muerte, ocurrida el 17 de diciembre de 1830 cuando iba en busca de un barco que lo sacara de la tierra en la que había fundado nada menos que cinco repúblicas.

Pero el hecho de que estrategas de la revolución socialista como Marx y Engels o de la guerra de la independencia de América, como Miranda y Bolívar, fracasaran porque no alcanzaron la victoria que se habían propuesto o porque su victoria fue pasajera, no significa que sus fines no fueron logrados. Lo fueron, y de eso no hay la menor duda, porque tanto en el caso de la revolución socialista como en el de la independencia de los países americanos, las concepciones estratégicas fueron acertadas aunque en determinados momentos no lo fueran los planes tácticos; pero podemos estar seguros de que si a la hora de llevar a cabo la revolución socialista y la independencia de América se hubieran confundido las concepciones estratégicas con los planes tácticos, a esta hora no se habrían alcanzado ni una cosa ni la otra debido a que en las realizaciones humanas ni la táctica puede sustituir a la estrategia ni la estrategia puede sustituir a la táctica.

La táctica tiene su razón de ser en la necesidad de implantar la estrategia, de realizarla, no de suplantarla, y por esa razón la elaboración de un plan táctico no depende de la naturaleza de la estrategia sino de los medios de que dispongan aquellos que ejecutarán ese plan, y si se trata de un plan táctico político, no militar, los medios decisivos son los que pueda aportar el pueblo del país en que se ejecutará ese plan.*****

En la oportunidad de las elecciones nacionales de este año, la estrategia que concibió la dirección del PLD fue la del fortalecimiento del Partido, y eso no podía obtenerse predicando la revolución socialista ni nada que se le pareciera; pero además, los que no son peledeístas y por tanto no conocen cómo es, qué es y qué se propone el PLD no pueden estar al tanto de cuáles son los medios, las fuerzas, los recursos de diversa índole de que puede disponer la dirección de nuestro partido a la hora de llevar a la práctica un plan táctico, y quien desconoce todo esto carece de la autoridad indispensable para hacer crítica sana acerca de la táctica peledeista. Puede hacer crítica malsana, pero tal tipo de crítica no habla precisamente bien de quienes la ejercen.

¿Qué autoridad pueden tener para criticar la táctica electoral del PLD unos marxistas-leninistas que proponen la reforma de la Constitución de la República, no para que pase a ser una Constitución marxista-leninista sino para que limite el latifundio y les conceda a los militares el derecho a votar? ¿Cuándo propusieron Marx y Lenín medidas de ese tipo?

15 de junio de 1982.

LENÍN APLICÓ UN PROGRAMA DE DERECHAS*

La ideología burguesa forma en nuestro país una atmósfera tan espesa que la pequeña burguesía de inclinación revolucionaria la respira sin darse cuenta de que su sustancia la alimenta como alimenta el oxígeno a la sangre. Es la ideología burguesa la que, sin que ellos se den cuenta, lleva a los grupos de la izquierda dominicana a creer que es una obligación suya ir a las elecciones de este año con un programa socialista porque de esta manera le hacen un servicio a la revolución.

¿Cuál servicio?

El de propagar el marxismo en el pueblo; y no se percatan de que al actuar así están pensando como burgueses porque están utilizando métodos de acción propios de la burguesía.

La burguesía usa la propaganda para vender lo mismo Coca-Cola que aviones de combate o pantalones de jean unisex; pero sobre todo vende su ideología a todas horas y en todas partes, hasta en los países socialistas. Solidaridad, el sindicato polaco que en cuestión de meses afilió a más de 9 millones de obreros, fue producto de esa propaganda, y lo curioso del caso es que hay partidos comunistas que en el enfrentamiento del Estado polaco con Solidaridad están del lado de Solidaridad alegando que lo hacen porque el gobierno de Polonia es stalinista.

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Vanguardia del Pueblo, Año VIII, N° 328, Santo Domingo, Organo del PLD,
27 de enero de 1982, p.4.
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Leyendo sin analizar lo leído se cae a menudo en confusiones, como por ejemplo en la de no advertir que los métodos de la propaganda burguesa sirven para vender la ideología burguesa, no la marxista, porque el marxismo sólo penetra y se arraiga en una minoría de hombres y mujeres de excepción: los que tienen un amor tan profundo por la humanidad y una capacidad tan alta de militancia que no titubean ante ninguna exigencia de la lucha en favor de los oprimidos y explotados, y aun en el caso de las personas que tienen esas cualidades, una parte de ellas las usa para combatir en favor de los opresores y de los explotadores, no en las filas de sus víctimas.

Las revoluciones son hechas por las minorías militantes, pero no por todas esas minorías, y no por los pueblos. Cuando las minorías revolucionarias interpretan cabalmente las ansias de los pueblos, no sólo las históricas sino también las de un momento dado de su existencia, los pueblos apoyan a esas minorías, pero es difícil, sino imposible, que la totalidad de un pueblo se integre en un proceso revolucionario; y eso lo enseña la experiencia, de manera muy especial la de las revoluciones de este siglo. Si todo el pueblo apoyara una revolución no sería necesario hacer esa revolución en su etapa de conquista del poder.

Se equivocan los que creen que el uso de programas socialistas educará al pueblo dominicano en el sentido de hacerlo partidario del marxismo. El partido de Lenin, que antes de llegar al gobierno de Rusia —la actual Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS— se llamaba Social Demócrata Obrero Ruso, no le presentó al pueblo de Rusia ningún programa socialista sino sólo una consigna, la de Paz, Tierra y Pan. Es más, en uno de los discursos que pronunció en el III Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en Moscú entre el 22 de junio y el 12 de julio de 1921, Lenín explicó que una de las razones por las cuales su partido pudo mantenerse en el poder después de la Revolución de 1917 fue el apoyo de “las nueve décimas partes de las masas campesinas” y aclaró:
“...vencimos porque adoptamos y pusimos en práctica, no nuestro programa agrario, sino el eserista. Nuestra victoria consistió precisamente en que aplicamos el Programa eserista; por eso fue tan fácil esta victoria”.

Antes de preguntarnos qué cosa quería decir eso de “programa agrario eserista” debemos aclarar que cuando Lenin usa la palabra vencimos lo hace porque la Revolución Rusa tuvo que defenderse de sus enemigos combatiendo contra varios ejércitos enemigos, entre ellos dos de contrarrevolucionarios rusos y otros extranjeros, como el japonés, el inglés, el francés,y antes de la paz de Brest-Litovsk, el alemán.

Los eseristas eran los miembros del partido llamado Socialista Revolucionario, dos palabras que significaban en Rusia en esos años lo mismo que significan aquí Revolucionario Social Cristiano o Revolucionario Dominicano, en este último caso, de manera especial después que el PRD ha pasado a ser parte de la Internacional Socialista.

En cierto sentido, el Partido Socialista Revolucionario deRusia, fundado a principios de este siglo, era más derechista aún que el PRD porque llegó incluso a producir un levantamiento contra el gobierno de la Revolución, y de él formaban parte hombres como Alejandro Kerenski, que fue jefe del gobierno ruso antes de la Revolución y murió en 1970 enEstados Unidos, donde se había exiliado. La dirección del partido de los eseristas era de origen pequeño burgués, pero en él había terratenientes y otros tipos de burgueses, de manera que podemos clasificarlo como un partido policlasista.

Lenín había analizado y criticado el programa agrario o campesino de los eseristas, y sin embargo en julio de 1921, desde las alturas de jefe del gobierno revolucionario, decía que la victoria contra los enemigos de la Revolución se debió, entre otras cosas, “precisamente a que aplicamos el programa eserista”. En ese mismo discurso había dicho poco antes: “En agosto y septiembre de 1917 decíamos: ‘Teóricamente seguimos luchando contra los eseristas, pero prácticamente estamos dispuestos a adoptar su programa, porque sólo nosotros podemos aplicarlo. Y como lo dijimos, lo hicimos’”.

Si lo que define la posición ideológica y el carácter de un partido, de un gobierno y de un movimiento revolucionario antes de que éste llegue al poder, es su programa, entonces tenemos que admitir que la Revolución Rusa fue pequeñoburguesa porque estando en el poder hizo suyo, y lo aplicó, el programa agrario del Partido Socialista Revolucionario (eserista).

24 de enero de 1982.



LENÍN, EL PROGRAMA Y LA TÁCTICA*

Para hacer una guerra hay que elaborar un plan estratégico, y para ganarla hay que vencer al enemigo en las batallas, que pueden ser numerosísimas, como sucedió en Viet Nam; y el que quiera resultar vencedor en esas batallas tiene que aplicar medidas tácticas apropiadas para cada una de ellas.

Entre la estrategia —planes generales para ganar una guerra— y la táctica —conjunto de medidas que se aplican en los campos de batalla— hay la misma relación que hay entre una cadena y sus eslabones, pero debe entenderse que así como la cadena no puede sustituir a los eslabones ni estos a la cadena, así tampoco puede la estrategia sustituir a la táctica ni la táctica a la estrategia.

Hemos dicho numerosas veces, aunque tal vez no lo hayamos escrito antes de ahora, que la actividad humana que más se parece a la política es la guerra y que la guerra es lo que más se parece a la política, de manera que las concepciones estratégicas y tácticas inventadas para ser usadas en las guerras tienen su equivalencia en la política. Esa equivalencia la exponía Lenin con estas palabras, dichas en el discurso que pronunció el 1º de junio de 1921 en el III Congreso Mundial de la Internacional Comunista: “Los principios no son el objetivo, ni el programa ni la táctica ni la teoría. La táctica y la teoría no son los principios”
¿Qué cosa eran, pues, los principios para Lenín?

Él mismo lo dijo en la ocasión a que acabamos de referirnos; lo dijo de esta manera: “Los principios del comunismo consisten en el establecimiento de la dictadura del proletariado y en la aplicación de la coerción por el Estado durante el período de transición”.

Si esos eran los principios, ¿qué era entonces el objetivo; qué eran la táctica, la teoría, el programa?

Debemos entender que el objetivo era la toma del poder, pues sin el uso del poder no podían aplicarse los principios, y la táctica tenía que ser necesariamente el conjunto de medidas que debían aplicarse para ganar las batallas que debían darse para conquistar el objetivo, esto es, el poder. En cuanto al programa y la teoría, no hay que hacer esfuerzos de interpretación puesto que todo el mundo sabe qué cosas son un programa y una teoría políticos. Lo que parece evidente es que ni el programa ni la teoría tenían para Lenin una importancia comparable con la de los principios y el objetivo, en lo cual no están de acuerdo con él los que en la República Dominicana no desperdician ninguna oportunidad de proclamarse sus muy fieles devotos.

¿A qué teoría aludía Lenín en la frase que le hemos copiado?
¿No debía ser necesariamente a la marxista? Y si era así, ¿por qué no le daba importancia?

Porque desde el punto de vista de la actividad práctica no era necesario que el pueblo la conociera; la conocían los miembros de su partido y eso era suficiente. Con esas mismas palabras lo dijo él en el discurso del 1º de julio (1921): “Es suficiente un partido muy pequeño para conducir a las masas. En determinados momentos no hay necesidad de grandes organizaciones”, y a seguidas aclaraba: “Mas para la victoria es preciso contar con las simpatías de las masas”.

El pueblo ruso no conocía la teoría marxista pero conocía muy bien los problemas que lo agobiaban: la guerra con Alemania, en la cual sus padres, hermanos, hijos, maridos y novios morían o quedaban heridos o caían prisioneros; el hambre que pasaban los pobres porque cada día eran más escasos los productos que necesitaban para alimentarse, y en el caso de los campesinos, la falta de tierras en que trabajar. Por eso el partido bolchevique —el que dirigía Lenin, o sea, el Social Demócrata Obrero Ruso— levantó como bandera de lucha la consigna de Paz, Tierra y Pan, y no un programa socialista que le sirviera para hacerle propaganda al socialismo.

El pueblo ruso estaba padeciendo males de los que necesitaba librarse. El remedio de esos males se resumía en tres palabras: Paz, Tierra y Pan. Para movilizar a ese pueblo ninguna doctrina, ninguna teoría, era más útil que esas tres palabras.
En la guerra política llamada Revolución Rusa se daban batallas y combates diarios en forma de mítines, desfiles, reuniones de trabajadores en sus lugares de trabajo. Esas batallas debían ser ganadas por los cuadros bolcheviques en la mente de los hombres y las mujeres del pueblo, y para ganarlas había que aplicar una táctica. ¿Cuál? La de explicar en todos sus aspectos las ventajas para las grandes masas de una política que le proporcionara al pueblo la paz, la tierra y el pan.

Nadiezhda Krupskaya, la mujer de Lenín, escribió un libro que se ha publicado en español con el título Lenin y el Partido, editado en el año 1975 en Cuba, en el cual se lee lo siguiente (páginas 103 y 104):

“El Partido leninista lanzó estas consignas:

‘¡Abajo la guerra de rapiña!

‘¡La tierra para los trabajadores!

‘¡Todo el poder para los soviets!

‘Estas consignas se hallaban en el corazón de cada obrero y campesino, expresaban sus más recónditos deseos.

‘Los obreros y campesinos vieron que el partido leninista defendía su causa vital, y mientras más abrían los ojos más crecía la confianza en Lenín y su partido”.

El autor de este artículo no es leninista, y lo ha dicho varias veces; ha dicho que es marxista pero no leninista. En cambio, los leninistas que enarbolan la consigna de Unidad con Programa Socialista afirman sin descanso que son leninistas.
¿Pero en qué sentido lo son? ¿Siguen sus enseñanzas y las aplican?

Ninguna de las dos cosas. Algunos de ellos se proclaman leninistas por razones puramente emocionales, pero otros lo hacen porque así pueden confundir a los simpatizantes del socialismo que conocen a Lenín sólo de nombre.


25 de enero de 1982.



El 30 de Junio se define como un proyecto democrático y progresista. Tiene por propósito preservar el legado teórico de Juan Bosch, expresado en sus obras de investigación política, sociológica, histórica y cultural como en su praxis política sustentada en los valores éticos, humanistas y patrióticos que por igual sustentaron Juan Pablo Duarte, Gregorio Luperón y todos aquellos dominicanos que amaron y aman esta patria quisqueyana.

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CONFERENCIA “SALVADOR ALLENDE”


La Conferencia "Salvador Allende" para la vida y la historia del PLD podríamos decir que fue su punto de partida. Aquí fue donde se pario el marco teórico de lo que seria la estructura organizativa del PLD y sus métodos de trabajo. Estos dos aspectos,estructura organizativa y métodos de trabajo, fueron sin lugar a dudas, ya en el campo de la practica política, los elementos sustanciales que dieron lugar a la formación, desarrollo del PLD y que fuera considerado como una de las organizaciones políticas mejor organizada de todo el continente americano. La masificación del PLD, de partido de cuadros a partido de masas, no podemos negar que resquebrajo hondamente sus fuertes niveles organizativos y su portentosa disciplina interna. El partido urge volver a las raíces que le dieron fundamento histórico, a sus referentes ,principios y valores éticos, patrióticos, humanistas y  redefinir sus lineas programáticas de cara a las necesidades de desarrollo, modernidad y justicia social que demanda la sociedad dominicana. El PLD debe volver a Bosch. No tomar esto como una necesidad urgente e inaplazable,su futuro podría tornarse incierto.

INTERVENCIÓN DEL PROFESOR JUAN BOSCH  AL FINALIZAR LA CONFERENCIA “SALVADOR ALLENDE”

Esta Conferencia no se convocó para discutir problemas de carácter ideológico sino problemas de carácter organizativo y métodos de trabajo.
Hasta aquí el resumen de lo que han dicho los compañeros.

Ahora entro yo a hablar.
El método de trabajo es uno de los dos puntos que hemos escogido como tema para celebrar esta Conferencia; el otro es elaboración de las estructuras orgánicas del Partido.

Debemos buscar un método de trabajo para el Partido. El Partido no tiene un método de trabajo.

Empecemos aclarando qué quiere decir método, es decir, la palabra método. Esa palabra quiere decir manera de hacer algo; manera de hacer una cosa o varias cosas para llegar a un fin. De lo que significa la palabra método debemos sacar en claro que lo que andamos buscando al tratar de hallar un método de trabajo para el Partido es una manera de trabajar dentro del Partido y dentro del Pueblo que nos asegure la existencia de un partido fuerte, de un partido bien organizado, de un partido que pueda llevar a cabo las muchas tareas que deberá cumplir el PLD.

Nuestro método de trabajo debe corresponder al tipo de sociedad en que estamos viviendo; no debe ser ni más atrasado ni más avanzado que nuestra sociedad porque si lo fuera el medio lo rechazaría; es más, si fuera más avanzado que el nivel de nuestra sociedad no tendríamos gente en el país con quienes aplicarlo, porque ¿de dónde saldrían los dominicanos que lo pondrían en ejecución? Los dominicanos son dominicanos, unos iguales a los otros aunque haya diferencias particulares. Pero nuestro método de trabajo debe de corresponder también a las aspiraciones del Partido, a lo que sienten y piensan los hombres y las mujeres del PLD, que no es lo mismo que lo que piensan los hombres y las mujeres del PRD o de los partidos populistas. Para cumplir esas dos condiciones a las que acabo de referirme se necesita que él método de trabajo del Partido sea a la vez colectivo o de grupo, esto es, combinado, discutido, aprobado y llevado a cabo por organismos del Partido, no por una sola persona, y al mismo tiempo siguiendo un proceso que corresponda a la ley fundamental de los cambios revolucionarios.

Todo lo que acabo de decir lo resumo en estas palabras: el Partido debe adoptar el método de trabajo en equipo o de grupo y debe idear o planear sus tareas y llevarlas a cabo siguiendo en todos los casos el principio de partir de lo particular hacia lo general y que de lo general sea enviado de nuevo a lo particular para que el o los acuerdos tomados con sentido general sean aplicados en cada caso concreto 0 particular con medidas concretas o particulares. Esas palabras quieren decir que la idea de hacer una cosa cualquiera no debe salir de la cabeza de un miembro del Partido para convertirse inmediatamente en hecho o en realidad, sino que debe salir de la cabeza de un compañero y pasar a ser discutida por el organismo del Partido al que pertenece ese compañero, y ese organismo (digamos, por ejemplo, el Comité de Base o Intermedio o el Comité Central) vería esa idea o mejor dicho la estudiaría, desde el punto de vista de la experiencia y los conocimientos que le corresponden a él como organismo que representa un núcleo o una parte del Partido, o lo que es lo mismo, vería la proposición desde el punto de vista de un sector particular del PLD; y si se trata de una idea que tenga importancia política más amplia que la que le corresponde a ese organismo, pasaría a un organismo superior o a varios organismos superiores para ser discutida en los niveles que le corresponden, por ejemplo, en el nivel municipal, en el provincial o en el nacional; y esa idea, una vez discutida y aprobada o ampliada en el nivel que le corresponda, pasaría a ser puesta en práctica tomando en cuenta las características particulares del lugar, del organismo o del caso donde va a ser aplicada.

Siguiendo ese método de trabajo el Partido mejoraría y aprovecharía para su avance político y para beneficio del Pueblo todas las ideas que se les ocurrieran a todos sus miembros, con lo cual se estimularía la capacidad creadora de cada uno de ellos, pero al mismo tiempo se desarrollaría la capacidad crítica y de análisis de todos los miembros, porque todos tendrían que enjuiciar las ideas de sus compañeros, y a la vez se desarrollaría la capacidad de todos ellos para poner en práctica en el seno del Pueblo las ideas aprobadas. Con todo eso que acabo de decir se obtendría como resultado una cosecha de mentalidades independientes, y hombres y mujeres con dotes ejecutivas, o lo que es lo mismo, el Partido acabaría siendo un partido de líderes de todos los niveles, todos ellos dedicados a una gran tarea conjunta en la cual cada quien trabajaría en la parte que le tocara usando sus mejores facultades personales para llevar esa parte a su fin sin estorbar o perjudicar los fines generales del Partido.

Con el método que propongo, compañeros, se tomaría cada caso que llamara la atención de un miembro o de un grupo de miembros del Partido (y naturalmente, llamaría la atención como caso particular), y se llevaría a un organismo que lo trataría y lo discutirla, pero ya como caso general; general (fíjense bien) para todo un barrio o un municipio o lo que sea, y al tratarlo y discutirlo como caso general, al tomar un acuerdo sobre la manera de resolver ese caso, quedarían establecidas las formas de aplicación del acuerdo en el sentido particular. Es como ustedes pueden ver, la idea va de lo particular a lo general y de lo general a lo particular; vuelve en otra forma, pues de lo particular llegó a lo general como una idea de hacer un periódico y de lo general vuelve a lo particular como un periódico hecho que tiene que ser vendido, porque todas las cosas se transforman, compañeros; hay un proceso de transformación constante en todas las cosas; lo que va de lo particular a lo general es una cosa, no solamente en el caso del periódico sino en todos los casos, y lo que vuelve de lo general a lo particular es otra cosa; o mejor dicho, es la misma cosa transformada; es la idea del periódico convertida en periódico, y lo que allá en Villa Riva fue una idea, vuelve a Villa Riva para provocar la formación de una organización del Partido dedicada a vender la idea de hacer

Ahora entramos en el caso de las estructuras orgánicas.
¿Para qué debemos organizarnos?

Para varias cosas, según sean las etapas que debemos recorrer para llegar a nuestra meta. Esa meta es la liberación nacional. Así, los invito a que veamos al Partido como un cuerpo en desarrollo, un cuerpo que debe crecer física y mentalmente, un cuerpo que debemos alimentar y cuidar para que adquiera fuerzas y al mismo tiempo adquiera conocimientos y acumule experiencias y para que vaya creando ideas y carácter.

Cuando tengamos un partido fuerte ideológicamente y en número y en organización, habremos cumplido la primera parte de nuestras obligaciones, y entonces podremos lanzarnos a la conquista de nuestras metas políticas. Mientras no llegue ese día debemos vivir probándonos en la teoría y en la práctica, y en esa prueba diaria probaremos nuestro método de trabajo y nuestras estructuras orgánicas. La vida diaria es la que nos dirá si el método de trabajo es bueno o es malo o si se aplica bien o se aplica mal (porque puede ser bueno y aplicarse mal, y puede ser bueno y aplicarse bien). La prueba nos dirá en qué medida debemos mejorar nuestro método de trabajo y también en qué medida debemos mejorar o cambiar nuestras estructuras orgánicas, pero esas estructuras orgánicas deben partir, como dijo el compañero Cesar López, de una plataforma de acción.

¿Cuál debe ser en este momento, ahora mismo, la finalidad inmediata de nuestro, trabajo?

La construcción del Partido. En este momento lo más importante para nosotros es que construyamos un partido que actúe en todo el país, aunque sea a base de núcleos de trabajo en aquellos lugares donde no estén los peledeístas necesarios para formar los Comités Municipales o de Base. Para construir el Partido tenemos que organizar en cada campo, en cada pueblo, en cada ciudad o barrio del país a las mujeres y a los hombres que simpaticen con nosotros, y ese trabajo puede hacerse mediante la discusión de los problemas políticos, económicos o de otra índole del campo, del Pueblo, de la ciudad, del barrio, del país o de otros países; la discusión de nuestros hombres y mujeres con la gente del Pueblo. Y puede hacerse utilizando diversas maneras de acercarse a la gente; por ejemplo, tratando de venderle a una persona un folleto, un periódico, una insignia del Partido o un retrato. Ahora bien, la venta de un folleto o de un periódico o de un ticket no debe hacerse con el simple criterio de recaudar dinero; el folleto último que publicamos fue vendido con la idea de Mientras tanto, nuestros militantes, aunque se trate de uno solo en un lugar determinado, deberán esforzarse en conocer los problemas concretos de las gentes de ese lugar, y deberán hacer lo que sea necesario para convertirse en sus líderes; en los que guían, aconsejan y ayudan a esas personas, porque así ganarán la confianza de los que los rodean y podrán escoger entre ellos a los mejores para formar el núcleo del Partido. Si es un solo peledeísta el que está en un campo, o en un pueblo, ayudando a la gente, interesándose en sus problemas, ese peledeísta puede distinguir cuáles son las dos mejores personas del lugar y deberá hacer esfuerzos para captarlas para el Partido, y con ellas debe formar un núcleo del Partido en ese lugar (teniendo siempre en cuenta que hay gente que por razones de clase no entrarán en el PLD por nada del mundo). Ese núcleo deberá comenzar siendo un círculo de estudio, aunque esté compuesto por dos, o tres personas nada más, pero un círculo de estudio en que además de estudiar sus miembros hagan todos los trabajos que corresponden al núcleo de trabajo. Todavía están en el nivel de simpatizantes, pero hay que ponerlos a trabajar como si fueran militantes Para pasar a un Comité de Base una persona tiene que trabajar, tiene que demostrar capacidad y vocación de lucha y firmeza, y los aspirantes a miembros del Partido deben trabajar en un círculo de estudio todo el tiempo necesario para desarrollarse y para demostrar que tienen esas cualidades. Me parece a mí que no todas las estructuras del Partido deben corresponder a la escala de los organismos que van desde los círculos de estudio hasta el Comité Central. Hay lugares donde pueden establecerse Comités de Base, Comités Intermedios, Comités Municipales, pero hay otros en los que no se puede. Y no solamente por razón de que no haya gente, suficiente para hacer de ellos miembros del PLD en el número necesario para formar organismos del Partido, sino por otras razones. Esos otros organismos que no sean Comités de Base y que no sean Comités Municipales podrán llamarse de cualquier manera; podrán llamarse club de softball, de volibol, de dominó o de lo que sea, porque lo importante no es como se llamen; lo importante es que existan como células del Partido, que en los últimos rincones del país haya esas células, y en muchos lugares podrá formarse un equipo de dominó o de cualquier otro juego o deporte. Lo importante es, repito, que el Partido exista; que por dondequiera haya organismo o células del Partido y que a partir de unos y de otras se formen más y se desarrollen los que haya. En un país como éste, en cualquier momento se presenta la necesidad de que haya quien pueda decirle a la gente: “Vamos por aquí”; y para que el que lo diga sea seguido hace falta que resulte ser no sólo el mejor jugador de dominó sino, sobre todo el que ante cualquier problema actuó mejor y con más decisión; porque fue el que cuando  hizo falta, buscó inmediatamente al médico o calentó el agua cuando se presentó el parto de la señora de la casa. Ese compañero se había hecho líder sin que los demás se dieran cuenta, resolviendo los problemas de las familias del campito o del pueblecito. Darle su voto a un candidato a miembro del Comité Central, pero si en la región de donde llega ese delegado sólo hay 3 Comités de Base, ¿qué representatividad tiene ese delegado para darle su voto a ese candidato? ¿Por qué tiene ese delegado que estar en capacidad de votar por un miembro del Comité Central, y hasta de proponer a Fulano para miembro del Comité Central, cuando en realidad está representando a una base del Partido que es mínima, que apenas existe? Es decir, hay que establecer un sistema que nos permita llevar a los organismos del Partido a personas que tengan relación verdadera con la base, que no sean líderes formados arriba, sino que tengan relación con la base. Siguiendo ese procedimiento, deberían elegirse los delegados para el Congreso del Partido, porque si fueran elegidos por delegados de los Comités de Base, todos los comités, desde los Municipales hasta el Central (y todos los Congresos), serían de verdad representativos de la totalidad del Partido: los Comités Municipales lo serían de la totalidad del Partido en el municipio, los Regionales de la totalidad del Partido en la región, y el Congreso Nacional de la totalidad del Partido en el país. 

El Comité Político debe seguir siendo elegido por el Comité Central porque el Comité Político es una parte y a la vez un representante del Comité Central. Como el Comité Central no puede trabajar en conjunto, no puede hacer el trabajo diario que le corresponde, elige un número de sus miembros para que en nombre suyo, en lugar, suyo, haga ese trabajo. Pero yo creo que además del Comité Político el Comité Central debe elegir un Comité de Control, que sería el encargado de velar por el cumplimiento de los Estatutos y de los planes de trabajo, sin que pueda inmiscuirse en las tareas de los Departamentos, y al mismo tiempo ese comité sería el encargado de someterle al Comité Central proposiciones disciplinarias y la reforma de organismos. Ese comité tendría menos poder que el que propuso el compañero Andón Ajar, pero me parece que es muy necesario para mantener el buen funcionamiento del Partido. 

Muchos compañeros han propuesto que se extienda a todos los niveles el sistema de celebrar conferencias cada tres meses y esa idea debe ponerse en práctica, pero debe elaborarse un reglamento sencillo para la celebración de las conferencias. El Partido debe institucionalizar sin pérdida de tiempo las reuniones familiares a que me referí antes. Hay que hacer del peledeísmo una escuela de convivencia, que atraiga a los que en nuestro país desean integrarse en círculos amplios, serios y limpios de hombres mujeres con preocupaciones patrióticas y sensibilidad social. Estas son ideas generales, que junto con las otras ideas generales que se han expuesto en esta conferencia pueden proporcionar algún tipo de reforma de las estructuras orgánicas, pero partiendo del principio de que las estructuras orgánicas que nos demos ahora deben ser consideradas como pasajeras porque solamente la práctica diaria nos dirá si esas estructuras serán buenas o serán malas, serán apropiadas o no lo, serán para las etapas posteriores, las que tendremos por delante después que hayamos cumplido la tarea de desarrollar el Partido.

Compañeros, buenas tardes para todos.
Santo Domingo, D. N.


CONCLUSIONES: CONFERENCIA “SALVADOR ALLENDE”

Yo propongo concretamente que toda la parte que se refiere al centralismo democrático de esta proposición del acápite b) sea tomada en cuenta como una recomendación para que en el Partido se ponga en ejecución el método de trabajo que se llama centralismo democrático.

“Que todo el esfuerzo político del Partido vaya dirigido a crear las bases para ser una fundamental fuerza de masas, con política de masas, desde una sólida organización de cuadros”.

“Que se disponga que la educación política sea un requisito que determine la militancia dentro del Partido y que por tanto sea obligatoria, y que en el momento actual, a mayor nivel organizativo corresponda una mayor intensificación y profundización de los estudios, cuyos planes es deber y obligación de la Comisión Nacional de Educación, elaborarlos y hacerlos cumplir”. También puede integrarse en este acápite, y es muy importante que se sepa, compañeros, que no puede haber partido en ningún país sin un líder nacional que imponga respeto; eso es una ley de la actividad política; así como no puede haber partido, realmente partido, sin una doctrina, sin ideología y sin organización. Esas tres condiciones son absolutamente indispensables para que haya un partido verdadero: líder nacional, doctrina y organización; y la organización requiere líderes intermedios.

Y en el caso nuestro, de acuerdo con mi opinión, la organización requiere, no líderes intermedios, sino un partido de líderes, de lo cual hablaremos después. Así es que nosotros sí estamos en capacidad de atraer al PLD a toda esa gente a la cual se refiere Amiro, y creo que sería bueno que los compañeros aquí presentes tomarán en cuenta esta advertencia de Amiro para que donde quiera que vean una persona que ustedes saben que cabe dentro de estas definiciones de Amiro, se le acerquen y hagan contacto con ella.

El líder político, el cuadro político, el dirigente político, cualquiera que sea su nivel, tiene que tener el don de crear salidas, soluciones a los problemas que se presentan, y crear esas soluciones inmediatamente, sobre el terreno.
Nosotros le llamamos habitualmente líder al líder que está en un nivel muy alto, pero líder es todo el que dirige gente, por ejemplo, el cabo de una escuadra es el líder de esa escuadra en el ejército, y el sargento es el líder de un pelotón, y el teniente es el líder de un destacamento y el capitán es el líder de una compañía; es decir, en cada grupo, en cada grupo social, o político o militar hay un líder de acuerdo con el nivel de ese grupo. Y a eso era a lo que me refería cuando decía que nosotros debíamos formar un partido de líderes, un partido que dirija a las masas, pero que esté formado por líderes, es decir, que no haya entre nosotros un hombre que siga a los demás sino que todos los peledeístas sean hombres y mujeres capaces de dirigir a otros, aunque sea de dirigir a ocho, uno, y otro de dirigir a veinticinco y otro de dirigir a diez mil y otro de dirigir a un pueblo entero, pero que todos seamos capaces de dirigir y formar políticamente a los miembros del Partido; (…) de tal manera que tengamos suficiente y de sobra con mil hombres. Mil hombres con capacidad de dirección pueden dirigir a este pueblo; a este pueblo y a cualquier pueblo, pero a éste, sobre todo, que es políticamente muy inocente, pero que tiene un instinto político claro y sigue al que lo dirige bien.

Aquí se ha pensado mucho en los organismos y no en la posición de los hombres en los organismos; es decir, aquí se ha hablado mucho de si los Comités Municipales deben desaparecer o deben no desaparecer, de que deben mantenerse tal como están o debe reducirse su número; es decir, se ha pensado mucho en los Comités, pero en lo que no se ha pensado es en que debemos establecer como principio. Todos los miembros del Partido deben pertenecer a algún organismo del Partido. No puede haber un miembro del Partido que no sea miembro de un organismo del Partido. En un Departamento no se hace la política diaria del Partido. En un Departamento se hace una labor técnica, una labor determinada, pero no la política diaria del Partido. Y nosotros tenemos que establecer eso como un principio de organización del Partido. Ya el Partido no puede seguir teniendo miembros que no sean miembros de sus organismos. En cuanto a la política de frente de masas, creo que el Partido tiene que definir eso, pero el Partido tiene que definir eso después que esté organizado, porque actualmente el Partido no puede atender a su propia organización, a su propio desarrollo y además a cualquier frente de masas. El Partido tiene que formar sus cuadros, formarse a sí mismo, desarrollarse, y cuando tenga gente, aunque sea uno solo para cada frente, entonces podrá atender a los frentes de masas. Dedicarles atención a los frentes de masas, pero debemos dedicársela cuando ya tengamos la gente que hace falta para atender a los frentes de masas. Sí, hay que definir la política de los frentes de masas, pero primero hay que formar a las personas, a los líderes que van a trabajar en esos frentes de masas; es decir, creo que la primera obligación de todos nosotros es desarrollar el Partido.

Es bueno tener presente, sobre todo deben tenerla presente los partidarios del centralismo democrático. Dijo Felucho que el centralismo democrático tiene una contrapartida que consiste en la disciplina consciente; que para poder mantener esa disciplina consciente se debe tener en cuenta que los cuadros se forman en la lucha, pero también participando en la elaboración de las decisiones que les corresponden; es decir, ellos van a la lucha pero aprenden a formular la línea política que dirige esa lucha; se forman como líderes, y al formarse como líderes es lógico que desarrollan también conciencia de la disciplina, y eso hay que hacerlo en todos los niveles para mantener el centralismo democrático como uno de los métodos básicos de trabajo del Partido.

El compañero Pantaleón propuso que cada militante organice núcleos del Partido conquistando nuevos miembros, que forme con ellos círculos, de estudio y que además los ponga a cotizar, y que entre esos organizadores estén también los miembros del Comité Central. Bien, yo creo que sí, que los militantes deben dedicarse a eso, porque ésa es la tarea que nos toca ahora en este momento, la tarea de ampliar el Partido, de fortalecer al Partido.
Pues hay que saber con qué elementos humanos se cuenta. Precisamente, ahí está nuestro problema. No solamente no sabemos con cuántos elementos humanos contamos, sino que nos damos cuenta de que no contamos con los que necesitamos, pero tenemos que hacer esa evaluación. La tenemos que hacer y hace ya más de un mes que el compañero Tonito Abreu me viene hablando de la necesidad de hacer una evaluación.

Un Comité Municipal debe tener el número de miembros que requiera para llenar sus necesidades. No tiene que ser un número fijo. ¿Por qué va a ser un número fijo? ¿O es que acaso el comité de Cívicos tiene que ser igual al comité de San Pedro de Macorís o de San Juan de la Maguana? ¿Por qué razón? Nosotros tenemos ideas absurdas de ciertas cosas porque no pensamos en términos relativos; por ejemplo, nosotros les llamamos habitantes urbanos a los habitantes de Cívicos, y Cívicos es más pequeño que muchísimas secciones rurales. En este país hay muchísimas secciones rurales que tienen dos veces los habitantes que tiene Cívicos y el número de casas que tiene Cívicos. Pero consideramos a Cívicos como un municipio y le aplicamos la regla, la regla fija de que un Comité Municipal debe tener 17 miembros.  Si nosotros pudiéramos encontrar en un pueblo como Cívicos 17 peledeístas capaces de trabajar como tienen que trabajar los miembros de un Comité Municipal, entonces el PLD sería un monstruo. Es probable que en Cívicos encontremos un compañero, y si acaso dos compañeros; entonces el Comité Municipal o el organismo que lo sustituya en Cívicos, debe tener un compañero o dos compañeros. ¿No hay para más? Pues no hay para más, pero allí no debe faltar el PLD. El PLD debe estar presente allí, en alguna forma. No debemos establecer reglas fijas para eso. ¿Para cubrir ésta y ésta y ésta tarea hacen falta tres compañeros? Buscaremos la manera de que aparezcan tres compañeros en Cívicos, si no uno solo tendrá que hacer los trabajos en Cívicos.

Explicó que para llegar a nuestra finalidad hay un solo camino, que es la unidad del Pueblo, y a eso se llega mediante la comunicación y el trabajo del Partido en el seno del Pueblo, lo que a su vez se logra con tareas cortas, una tras otra. Propuso crear una estructura orgánica que esté siempre comunicada y dio el ejemplo de la mano que se mueve en varias direcciones pero siempre está comunicada con el brazo, y dijo con muy buen criterio que la estructura orgánica depende de las actividades que realice el Partido. Entonces debe establecerse cuáles son o deben ser nuestras actividades. El trabajo nos une dentro del Partido; cuando no hay trabajo nos separamos. Y efectivamente, así es. Son nuestras actividades, es lo que vamos a hacer lo que determina lo que debemos ser como organización. Ya recordarán ustedes que estuve hablando hace un rato de que debemos ver lo qué vamos a hacer en etapas; la primera etapa que tenemos por delante es desarrollar el Partido. Entonces, toda nuestra fuerza, toda nuestra capacidad deben estar dirigidas al desarrollo del Partido. Mientras no desarrollemos el Partido no podemos pensar en que vamos a hacer algo útil para el país. No vamos a poder hacer la revolución si no hay partido que haga la revolución.

Cuando a nosotros nos toque la hora de afiliar gente en el Partido, tenemos que tomar en cuenta esa enseñanza del PRD. ¿Cuántos miembros de comités del PRD no trabajaban? Eran siempre la mayoría; la mayoría no trabajaba. Por eso nosotros, que no podíamos echar abajo totalmente los estatutos del PRD, inventamos la Comisión Ejecutiva, para meter en la Comisión Ejecutiva al grupo que trabajaba. Ese era para nosotros realmente el Comité Municipal o el Comité del Distrito. Cuando llegue la hora de afiliar miembros, nosotros no podemos aceptar en el Partido a los que no sean militantes (cuando digo que no sean militantes no me refiero a que no sean militantes desde el punto de vista de los requerimientos del Partido, debe establecerse cuáles son o deben ser nuestras actividades. El trabajo nos une dentro del Partido; cuando no hay trabajo nos separamos. Y efectivamente, así es. Son nuestras actividades, es lo que vamos a hacer lo que determina lo que debemos ser como organización. Ya recordarán ustedes que estuve hablando hace un rato de que debemos ver lo qué vamos a hacer en etapas; la primera etapa que tenemos por delante es desarrollar el Partido. Entonces, toda nuestra fuerza, toda nuestra capacidad deben estar dirigidas al desarrollo del Partido. Mientras no desarrollemos el Partido no podemos pensar en que vamos a hacer algo útil para el país. No vamos a poder hacer la revolución si no hay partido que haga la revolución
Como ustedes acaban de oír, yo propongo que esa convivencia pase del terreno político y entre en el terreno amistoso, que nos acostumbremos a reunirnos cada vez que tengamos un tiempo libre y especialmente los días de fiesta y los domingos, y que nos reunamos familiarmente.

Dentro de su organismo un miembro del Partido representa lo particular porque él es parte o partícula de ese organismo, y explicamos que el organismo es la unidad básica del Partido porque el PLD es un partido de organismos, no de personas. Pues bien, un plan de trabajo se forma como una idea en la cabeza de un miembro del Partido, que es lo particular, y pasa a lo general cuando el organismo lo hace suyo aunque antes de hacerlo suyo lo haya modificado; y ahí tenemos que en su primera etapa ese plan pasó de lo particular a lo general, pero debemos aclarar que pasó a lo general dentro de un nivel determinado, lo que llamaremos el primer nivel de las estructuras del Partido; porque si es verdad que un organismo, digamos, un Comité de Base, es lo general para los individuos que lo forman, al mismo tiempo es lo particular para su organismo superior si en un partido como el PLD se les consintiera a los compañeros hacer las cosas como le diera la gana a cada uno; o digamos mejor, si se le permitiera a cada quien inventar un método de trabajo personal para cada tarea del Partido, se pondrían en peligro de muerte la disciplina y la mística del peledeísmo, porque cuando se trata de un partido de organismos, y no de individuos, como es el nuestro, hay entre las dos una relación tan estrecha que no podría haber disciplina donde faltara la mística, pero tampoco podría haber mística donde faltara la disciplina, y nadie puede imponer la disciplina allí donde trabajando en una misma tarea cada quien la lleva a cabo como le parece, no como debe hacerse.

 El método de trabajo es el alma misma de la disciplina, y la disciplina genera la unidad, pero para mantener la unidad viva no podemos confiar únicamente en la ejecución de los métodos de trabajo; hay que alimentar sin tregua la mística de la organización. Esa es una enseñanza que hallamos en la historia de dos actividades muy viejas: la militar y la religiosa.

Los ejércitos y las organizaciones religiosas se mantienen unidos gracias a su disciplina y a su mística; y en los unos y en las otras se han aplicado tradicionalmente métodos iguales para los soldados de todos los países y métodos iguales o muy parecidos para los sacerdotes y los fieles de todas las religiones.

Cuando a un soldado romano se le daba una orden similar a la que se le da a un soldado francés (por ejemplo, la de comenzar la marcha), aquél la cumplía hace dos mil años con tanta precisión como la cumple éste hoy: y cuando un sacerdote del culto griego celebraba un rito ante uno de sus dioses lo hacía con el mismo ritmo y el mismo aparato con que un sacerdote de la India celebra el suyo ante Visnú. Hay, pues, un lazo de unión entre la disciplina y la mística, y ese lazo es el método de trabajo; y como del papel que juegan la disciplina y la mística depende la unidad, nos vemos forzados a admitir que para mantener la unidad del Partido, lo que equivale a decir su vida, tenemos que dedicarles mucha atención y mucha energía a los métodos de trabajo.

 Los miembros del Partido serán los que habiendo pasado por un período de práctica y formación política aprueben los propósitos programáticos del Partido y sus estatutos, militen en un organismo y cumplan con los requisitos personales y morales que exige la condición revolucionaria.


  “(…) muy bien podría suceder que algunos por ahí crea que la conciencia política se desarrolla leyendo libros y aprendiéndose de memoria todo lo que dicen esos libros o repitiendo como cotorros lo que dijeron sus autores, digamos, por ejemplo, hombres como Marx  y como Engels. Sí, hay que leer esos libros, pero hay que leerlos e incorporar las ideas que se exponen en ellos a nuestro mundo interior, es decir, a nuestra manera de pensar, sentir y actuar. Hay que leerlos de tal manera que sustituyamos con lo que ellos nos enseñan lo que no puede enseñarnos nuestra sociedad, que precisamente por ser poco desarrollada en el orden clasista no puede proporcionarnos muchísimas enseñanzas que otras sociedades más desarrolladas les dan a sus pueblos mediante la práctica diaria de la vida.”   Juan Bosch.  

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